Palabras de espiritualidad

No importa dónde estemos, no debe faltarnos la oración

  • Foto: Andrei Agache

    Foto: Andrei Agache

Tenemos que valernos de esta arma que se nos concedió, la oración simple, sin alardes, sin una pretendida santidad, la cual, sin embargo, te santifica con su propia santidad, con la cual sientes que no estás solo.

Cuando te halles en el fondo del abismo, no desesperes, y si llegas a la cima de la montaña, no te aturdas. Es importante saber reconocer que el segundo peligro es peor que el primero: aturdirte al llegar alto. Porque en el fondo del abismo recurres a la oración como fuente de poder, pero cuando llegas alto, cuando estás en la cima, te olvidas de orar.
Esto no significa que debamos pedirle a Dios todo el tiempo estar en el fondo del abismo, pero, fatalmente, casi todos termnamos cayendo en alguna fosa más o menos profunda, al menos un par de veces a lo largo de nuestra vida. Así pues, tenemos que valernos de esta arma que se nos concedió, la oración simple, sin alardes, sin una pretendida santidad, la cual, sin embargo, te santifica con su propia santidad, con la cual sientes que no estás solo, con la cual te sientes acompañado en la enfermedad, porque te tiende la mano. Es suficiente con ser receptivos a ella.
(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieții, Editura Doxologia, pp. 37-38)