Palabras de espiritualidad

No nos envanezcamos por nuestras virtudes, más bien concentrémonos en nuestras debilidades

  • Foto: Benedict Both

    Foto: Benedict Both

¡Observa cuántas cosas has hecho ya, aunque no te hayas dado cuenta de ello! Es mejor para ti encomiarte con tus debilidades, que admirar tus virtudes. Deja que sea el Justo Juez quien haga eso.

«La carta que recibí hoy de tu parte me llenó de mucha alegría. Así es como deben ser siempre las cosas contigo. Me escribes con toda sinceridad lo que sucede con esa debilidad que tienes. Y me gusta cómo te refieres a ese asunto, porque también el Santo Apóstol Pablo confesó ante el mundo entero que, si es fuerte, es por el don de Dios, porque también él es débil: “Yo presumo solamente de mi debilidad, porque he sido maldecido. Aquel que me libra de la muerte del cuerpo puede ver que el bien no mora en el cuerpo”.

¡Escucha, hermana! Que tu alma no se estremezca al pensar que eres débil y que no puedes enmendarte. Desde luego, podrías tener grandes virtudes y, sin embargo, no las tienes. Espero que, al menos, tengas algunas pequeñas, aunque no las veas, porque, juntas, se vuelven considerables. Aunque a simple vista no parezcan de importancia, pueden resultar útiles para tu salvación. (...)

¡Observa cuántas cosas has hecho ya, aunque no te hayas dado cuenta de ello! Es mejor para ti encomiarte con tus debilidades, que admirar tus virtudes. Deja que sea el Justo Juez quien haga eso. A nosotros nos corresponde estar atentos solamente a nuestros pecados y a arrepentirnos cada día, pidiendo perdón».

(Traducido de: Patericul de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2012, pp. 136-137)