¡No nos permitamos perder un minuto más en el trabajo de nuestra salvación!
Dejamos que el tiempo se nos escurra entre los dedos de las manos. El demonio nos lo quita y después se burla de nosotros. Sí, se lleva neustros mejores días, lo más bello que tenemos, nos roba el Paraíso.
Confiemos en nuestros Santos, en Cristo y en la Madre del Señor. Amemos mucho a la Madre del Señor, para que nos conceda la felicidad de su Hijo. Que la alegría de Cristo se enraíce en nuestra alma; que nuestra alma se llene de vida con el amor a Dios, y no con cualquier clase de discusiones. Y es que todo el tiempo hablamos inútilmente, usamos palabras que se disipan en el aire, que se van a la basura y se pierden después de pronunciarlas.
El demonio nos roba el tiempo de nuestra salvación, nos roba cada minuto, cada día, pero nosotros seguimos creyendo que podemos obtener algo de cada uno de ellos. ¡Nada obtendrás, si no amas a Dios “con toda tu alma, con toda tu mente y todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo”! ¡Si no aprendes lo que significa “no juzguéis, para no ser juzgados”! Si cada uno de nosotros, hermanos, aprende a respetar esos dos mandamientos, todos iremos al Reino, con Cristo. “Con todo y zapatos” iremos al Paraíso. Los Santos Padres sabían cumplir con los mandamientos y oraban para que el Evangelio se grabara en sus almas, para poderlo vivir. Pero nosotros, hoy en día, vivimos con indiferencia y dejamos pasar los mejores años, los mejores días, los mejores momentos de nuestra existencia. Dejamos que el tiempo se nos escurra entre los dedos de las manos. El demonio nos lo quita y después se burla de nosotros. Sí, se lleva neustros mejores días, lo más bello que tenemos, nos roba el Paraíso.
(Traducido de: Stareța Macrina Vassopoulos, Cuvinte din inimă, Editura Evanghelismos, p. 169)