¡No olvidemos encomendarnos a Dios con la Señal de la Cruz!
La Cruz es el arma con la que Cristo venció a las fuerzas del infierno y de la muerte. Luego, ¡ay de aquel que no venere la gloriosa y vivificadora Cruz de Cristo!
La Cruz es victoria. La Cruz es el estandarte de Cristo. La Cruz es el arma con la que Cristo venció a las fuerzas del infierno y de la muerte. Luego, ¡ay de aquel que no venere la gloriosa y vivificadora Cruz de Cristo!
Entonces, hermano cristiano, antes de comenzar cualquier cosa que tengas que hacer, persígnate con fe y devoción: cuando partas de viaje, cuando empieces tus labores diarias, cuando vayas a estudiar, cuando estés solo y entre muchos. Acostúmbrate a hacerte la Señal de la Cruz sobre tu frente, tu cuerpo, tu pecho, tu corazón, tu boca, tus oídos, tus ojos… ¡que todo lo que tienes quede marcado con la señal de la victoria de Cristo sobre el infierno! Y con esto dejarás de temer a encantos o hechicerías. Porque todo eso se derrite con el poder de la Cruz, como la cera ante el fuego y el polvo ante la fuerza del viento.
(Traducido de: Ne vorbește părintele Cleopa II, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 32)