Palabras de espiritualidad

¡No olvidemos que el amor es la base de nuestra salvación!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Esta tiene que ser nuestra principal preocupación: el amor, porque, viviendo en ese aroma, tampoco las otras virtudes de aspecto hermoso quedarán sin realizarse.

¿Qué virtudes tiene que practicar el monje pra obtener abundantemente la esperanza de la salvación?

—Dice San Serafín de Sarov: “¡Tienes que saber llevar al Espíritu Santo en tu interior!”. No son tanto nuestras virtudes las que pueden salvar nuestra alma, como la Gracia y la misericordia de Dios, las cuales, me parece, nos son dadas en mayor abundancia por medio del esfuerzo y el sacrificio, sin importar su forma. Y se nos dan para purificar nuestra alma de las malas acciones de nuestro semejante. No murmures en contra de tu hermano, tanto en tu interior como con los demás.

Esta tiene que ser nuestra principal preocupación: el amor, porque, viviendo en ese aroma, tampoco las otras virtudes de aspecto hermoso quedarán sin realizarse. Y, aunque quedara alguna, el orden divino no nos quitará la Gracia. Luego, el motivo necesario e imperativo para nuestra salvación es que sepamos amar a todos nuestros hermanos, porque todos hemos sido redimidos (por Cristo). Este será el criterio del Juicio Final, que empezará con esta pregunta: «¿Por qué no amaste a tus hermanos, si te jactabas de llevar Mi nombre en las actividades de tu vida? ¿Por qué especulaste tanto con el amor de los demás, ocultando tus pecados? ¿Por qué despreciaste el insignificante, al pobre, al que sufría, cuando Yo, ensangrentado, escupido y atravesado por los clavos, dije: “¡Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros!”, y no “¡Odiaros mutuamente y apartaos los unos de los otros!?” ¿Por qué no le diste a tu hermano, librándolo de la vergüenza de permanecer con la mano extendida ante ti?».

Entonces, en esto debemos concentrar nuestra atención, preparándonos para el estremecedor Juicio.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ed. a 2-a, vol. 1, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 8-9)