¡No permitas que la tristeza domine tu alma!
Cuando la tristeza empieza a enseñorarse en el hombre, puede llegar a matarle el cuerpo y el alma. ¡No te apresures en morir!
Acostúmbrate a luchar contra tus pensamientos y tus sentimientos de tristeza, recitando estas suaves palabras: “¡Que se haga Tu voluntad, Señor! ¡Bendito y Santo es Dios en todas Sus obras!”. Repite estas palabras con la mente, y, cuando estés solo, en voz baja. Repítelas sin prisa, con atención y devoción, hasta que tus pensamientos y esos sentimientos de congoja se tranquilicen.
Cuando vuelvan a aparecer, utiliza nuevamente la misma arma. Y comprobarás, por experiencia, lo grande que es el poder de esta arma, que a simple vista parece insignificante. Es imposible llegar al estado de serenidad, sino venciendo en la lucha invisible del alma. Someterte a la tristeza es una cosa terriblemente peligrosa. En verdad, cuando la tristeza empieza a enseñorarse en el hombre, puede llegar a matarle el cuerpo y el alma. ¡No te apresures en morir! ¡Hasta la vida más longeva es un minúsculo momento en la eternidad! Confíale a Dios y a Su santa voluntad tu paso por esta vida. Y, entre tanto, aprovecha el tiempo, preparándote de la mejor manera para la eternidad.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, De la întristarea inimii la mângâierea lui Dumnezeu, Editura Sophia, 2012, pp. 219-220)