Palabras de espiritualidad

No puedo vivir el dolor en nombre tuyo, pero estoy a tu lado

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Escuchar el dolor del prójimo significa compartir su vida, llevar su carga, ayudarlo a descubrirse como persona.

Por medio del dolor, Dios nos llama del camino desviado en el que nos encontramos, para que volvamos en nosotros mismos y nos dirijamos a la verdad y la luz. Escuchar el lenguaje del dolor consiste en comenzar una nueva y buena comunicación con uno mismo y con los demás. Escuchar tu propio dolor significa oir a Dios y comenzar a escucharlo activamente, entendiendo y trabajando lo escuchado, con palabras, pensamientos y hechos.

Lo más importante es entender que debemos despertarnos. Cuando no me duele, es que no estoy en mí mismo, he salido de mí, hago cosas anormales. Y es el dolor quien me vuelve a mí mismo, a la forma en que Dios me creó, así como Él hizo mi propia naturaleza. Este es el rol del dolor.

Escuchar el dolor del prójimo significa compartir su vida, llevar su carga, ayudarlo a descubrirse como persona. Y puedo llegar tu carga, aunque no pueda hacer nada. Sé que no puedo vivir el dolor en nombre tuyo, pero estoy a tu lado. No puedo hacer nada, pero estoy junto a ti, para ofrecerte mi paz y paciencia.

Es necesario distinguir entre dolor y sufrimiento.

El dolor es lo que siente mi ser, pero el sufrimiento es el significado que le doy a ese dolor. Todo esto son filosofías para el cerebro, que está armado de rebelión. Escuchamos nuestro dolor en el arrepentimiento, cuando vivimos el dolor en esa contrición como un volver, cuando asumimos el dolor con esperanza, pidiéndole a Dios que los libre de él. Entonces ocurre un cambio de vida, cuando aprendemos a distinguir entre dolor y sufrimiento.