“No sólo de pan vive el hombre…”
El hombre “vive” como hombre, en el verdadero sentido de la palabra, en tanto “habla” con Dios, escucha Su palabra con fe y le responde con su obediencia.
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4, 4).
Al decir esto, Cristo cita un versículo del segundo sermón de Moisés al pueblo de Israel, en el que explica el sentido de las pruebas del desierto. La “palabra que sale de la boca de Dios” es una que proviene de la promesa en contra de cualquier expectativa humana:
“(Dios) te ha humillado y te ha hecho sentir hambre para alimentarte luego con el maná, desconocido de tus mayores; para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor” (Deuteronomio 8, 3).
En esa “hambre”, el hombre tenía que entender lo que Adán no pudo entender: que su existencia es dada, dirigida, y por lo tanto sólo puede pervivir como tal. Así pues, no se trata de “¡primero el pan y después la palabra!”, como tanto se propala en la actualidad.
“Para que los hijos que Tú amas, Señor, aprendiesen que no es la variedad de frutos lo que sustenta al hombre, sino Tu palabra, que conserva a los que creen en Ti” (Sabiduría 16, 26).
El hombre “vive” como hombre, en el verdadero sentido de la palabra, en tanto “habla” con Dios, escucha Su palabra con fe y le responde con su obediencia.
(Traducido de: Ieroschimonahul Gabriel Bunge, Gastrimargia sau nebunia pântecelui – știința și învățătura Părinților pustiei despre mâncat și postit plecând de la scrierile avvei Evagrie Ponticul, traducere pr. Ioan Moga, Editura Deisis, Sibiu, 2014, p. 82)