No te quejes del Señor
Volver a la verdad y a la disciplina del espíritu: este es el requerimiento esencial de nuestra generación, de nuestros tiempos.
No te quejes del Señor. “¿Por qué me castiga”, dices, “¿Por qué nos golpea con enfermedades, guerras, fuego y destrucción?”. ¿Pero acaso los hombres no lo golpean a Él con sus palabras blasfemas y sus pecados? Golpeándonos, Él nos anuncia la verdad sobre nosotros mismos y nos muestra Su misericordia para con nosotros. Porque quiere espabilarnos, hacernos volver y salvarnos, aún por medio del castigo, cuando no lo consigue con Sus misericordias. Porque dice la Escritura: “El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los descarriados, conduce en la justicia a los humildes, enseña a los humildes su camino; los caminos del Señor son amor y lealtad para quien guarda su alianza y sus preceptos” (Salmos 24, 11). A ellos se les ha concedido ver y conocer, a través de la oscuridad de la ceguera y la ignorancia; se les concedió ver lo que tienen: la verdad revelada de Dios y la disciplina revelada del espíritu.
La verdad revelada nos muestra el propósito de nuestro ser, y la disciplina del espíritu nos abre el camino a tal objetivo. “Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad”, nos enseña el apóstol (II Corintios 13, 8). Esto lo dice el mismo apóstol que, durante un largo tiempo, se opuso a la verdad y oprimió a la verdad. Cuando se oscurece la verdad ante nuestros ojos, perdemos también el camino. Cuando alguien abandona la verdad, abandona también la disciplina. En nuestros días, hay muchas personas que siguen caminos torcidos e inicuos, pueblos enteros, porque no quieren saber la verdad. Sin la verdad, es imposible conocer el propósito y ver el camino, como si no hubiera luz. Volver a la verdad y a la disciplina del espíritu: este es el requerimiento esencial de nuestra generación, de nuestros tiempos. Sin esto, el desastre es inevitable. La verdad impone la disciplina. Por eso, hay muchos a los que no les importa la verdad. Aman más la mentira, porque la mentira elimina cualquier disciplina. La verdad se llama también Ortodoxia, y la disciplina del espíritu, Veneración. Medita hondamente en estas dos palabras y te serán revelados muchos misterios de nuestros tiempos, de nuestro desorden, de nuestras pasiones y de las desviaciones contemporáneas.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, Editura Sophia, p. 213-214)