Palabras de espiritualidad

Nuestra humildad inmoviliza al maligno

  • Foto: Doxologia

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Quien posea el don del amor, la paciencia y la humildad, cuando tenga que luchar, podrá ver cosas prodigiosas, si lucha según la ley (II Timoteo 2, 5), y la ley es el amor.

Cuando el hombre quiere vencer al mundo, se aparta y eleva sus plegarias al Padre, o empieza a orar con su pensamiento, pidiendo por cada hijo de Dios, sin importarle su comportamiento malicioso o los pecados que cada uno cometa. Y es que la paciencia cuando alguien nos hace el mal, el perdón a nuestros semejantes y la oración en secreto tienen una gran fuerza ante Dios, y, por ellas, Él manifiesta Su misericordia, haciendo que aquel que te hace sufrir vuelva a la senda del bien. Y, con esto, tú mismo te vuelves motivo de salvación para tu hermano.

Cuando oremos con la mente, seamos humildes, recordando nuestras faltas, y diciendo: “¡Señor, perdónale sus palabras y a mí mis actos!”. Porque el maligno se ve impotente ante la humildad. Haciendo esto, cada vez que las circunstancias lo pidan —y también cuando no lo pidan—, con la ayuda de Dios, podrás superar el primer obstáculo que el maligno te pone en el camino, valiéndose de tus hermanos terrenales que son más débiles de ángel (I Tesalonicenses 5, 14). Quien posea el don del amor, la paciencia y la humildad, cuando tenga que luchar, podrá ver cosas prodigiosas, si lucha según la ley (II Timoteo 2, 5), y la ley es el amor.

(Traducido de: Din învățăturile Părintelui Arsenie Boca – Despre durerile oamenilor, vol. 7, Editura Credința strămoșească, 2011, pp. 10-11)