Nuestra prioridad debe ser el servicio al prójimo
Si actuamos así, pensando primero en lo que podemos hacer por quienes nos rodean, y no en lo que ellos pueden hacer por nosotros, estaremos obedeciendo a nuestro Señor Jesucristo y nos hallaremos en la senda del crecimiento espiritual.
¡Si esto es lo que hace nuestro Señor Jesucristo, también nosotros tenemos que hacerlo! Seamos buenos, comprensivos, misericordiosos, indulgentes. ¡Pero no es suficiente con eso! Aún hay algo más: nuestro Señor dijo, hablando de Sí Mismo, que: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar Su vida como rescate por muchos” (Mateo 20, 28). Luego, tenemos que mantenernos al servicio de los demás.
Cuando los discípulos sugirieron que la gente resolviera por sí misma algunas cosas (“Deja que vayan a los pueblos y se compren comida”), el Señor les respondió: “No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer” (Mateo 14, 16). En otras palabras, “pensad en lo que podéis hacer vosotros por ellos, no ellos por vosotros”.
Si actuamos así, pensando primero en lo que podemos hacer por quienes nos rodean, y no en lo que ellos pueden hacer por nosotros, estaremos obedeciendo a nuestro Señor Jesucristo y nos hallaremos en la senda del crecimiento espiritual. Y ahí, en ese sendero de virtud espiritual, no solamente seremos personas que piensan en Cristo, sino auténticos cristóforos.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 26-27)