Palabras de espiritualidad

Nuestro abogado para el Día del Juicio

    • Foto: Valentina Birgaoanu

      Foto: Valentina Birgaoanu

Oremos y amemos. El amor, poco a poco, nos asemeja a Dios y nos conduce a la gloria del Cielo.

Amemos nosotros primero. No pidamos que los otros nos amen antes. Nosotros tenemos que ser los primeros en amar. No pensemos más si nos aman o no. Oremos y amemos. El amor, poco a poco, nos asemeja a Dios y nos conduce a la gloria del Cielo. El amor es nuestro mejor abogado para el Día del Juicio de Dios. El amor cubre los errores de nuestro hermano. Si nuestro amor es escaso, encuentra un sinfín de faltas en el otro.

Entonces, lo más correcto es esto: que no nos interese si los demás nos aman, sino si nosotros amamos a Cristo y a los demás. Lo que nos corresponde es cumplir con nuestro deber de cristianos. De esta manera, nuestra alma se llenará de amor. Y este es el misterio que trae la paz y que no desgarra nuestra alma en el momento en el que el otro no corresponde nuestro amor.

El cristiano no tiene que buscar por sí mismo su propia salvación, sin importarle la de sus hermanos. En este sentido, San Antonio nos dice: “de tu semejante viene la vida y la muerte” y, nuevamente, “si nos ganamos a nuestro hermano, a Dios Mismo nos hemos ganado”.

(Traducido de: Stareţa Ecaterina Monahia, Cuviosul Porfirie  Inima iubitoare, traducere din limba greacă de Lect. Dr. Sabin Preda, Mănăstirea Sfântul Efrem Sirul Grecia, p. 174)