Ocultar pecados al confesarse no es otra cosa que multiplicarlos
Si te confiesas guardándote algunos pecados, estos se irán acumulando año tras año. Luego, aunque te confieses y comulgues, lo que realmente sucede es que tus pecados se están multiplicando.
El confesor tiene la obligación de “abrirle” la mente al hombre para que entienda ciertas cosas que, por sus propios medios, sería incapaz de comprender. En otras ocasiones he dicho que hay muchísimas personas que no tienen padre espiritual, ya que se confiesan una sola vez al año y a toda prisa. En esas condiciones es imposible entablar un vínculo correcto con el confesor. Usualmente, las personas, al confesarse, hablan sólo de cosas superficiales —aspectos que mencionarían en cualquier lugar y en cualquier situación—, omitiendo lo que realmente les preocupa, eso que es de verdadera importancia para su vida. Y luego de muchos años vienen a decir que hay algo de lo que nunca habían hablado, a pesar de haberse confesado ya varias veces. Nosotros, los sacerdotes, comprendemos las limitaciones humanas y entendemos a quienes no tienen la capacidad de abrir su alma. Pero, ¿qué es lo que sucede? Los confesores están obligados a decirle a los fieles que ocultar pecados al confesarse es reproducirlos. Si te confiesas guardándote algunos pecados, estos se irán acumulando año tras año. Luego, aunque te confieses y comulgues, lo que ocurre es que tus pecados se están multiplicando.
Entre las oraciones que dice el sacerdote al confesar, están estas palabras: “Si ocultas algún pecado aquí, conmigo, estarás duplicando tus demás pecados”. Así, ¡cada vez que alguien esconde un pecado, o simplemente lo olvida, debe volver lo antes posible con su confesor y preocuparse por su omisión! Sólo así podrá escapar de esa carga.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătăţire sufletească, Editura Agaton, p. 334)