¡Ocupémonos en formar el alma de nuestro hijo!
Si antes de casarse el joven vivía en impureza y desenfreno, lo mismo hará estando casado.
¡Eh, el dinero! A nadie le interesa cómo habrá de adquirir el niño obediencia, equilibrio, bondad, virtud. Todos se ocupan frenéticamente en acumular dinero y bienes. Pero el oro aleja a Cristo... Les suplico, ocúpense, ante todo, de las almas de sus hijos. Si tu hijo se acerca, puro, a su futura esposa, entonces la alegría (de las nupcias) será acompañada de la bendición y el temor de Dios, haciendo que su enlace sea uno verdaderamente digno de honra, ya que se estarán uniendo dos almas puras e impolutas.
Así, los esposos tendrán en su vida en común armonía, paz y comprensión. Sin embargo, si antes de casarse el joven vivía en impureza y desenfreno, lo mismo hará estando casado. Por un breve tiempo se sentirá feliz con su esposa. Pero pronto volverá a sus viejos hábitos, a las palabras vulgares, a las bromas obscenas y a los actos de lujuria, que es mejor no describir.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele Vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 38)