Ojos para poder ver a Dios
Hermano cristiano, si nos volvemos con todo el corazón hacia Dios, Él nos alumbrará con Su luz y nos calentará con Su amor.
Quien quiera recibir la luz y el calor del sol, debe salir de la oscuridad y la sombra, y permanecer bajo los bondadosos rayos del astro. De la misma manera, quien quiera ser iluminado por Dios, el Sol eterno, y calentarse con el dulcísimo calor de Su amor, debe odiar la vida de pecado e impureza, y dirigirse a Él, acercándosele con humildad y un corazón contrito. Entonces, Él lo iluminará con Su luz divina y el calor del amor divino encenderá su corazón. “Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán” (Salmos 33, 5).
Hermano cristiano, si nos volvemos con todo el corazón hacia Dios, Él nos alumbrará con Su luz y nos calentará con Su amor. El alma enferma de orgullo, maldad, vanidad, vanagloria y amor por las cosas terrenales, es incapaz de ver al Dios Eterno. Solamente los ojos simples y sanos del alma pueden ver a Dios. Y esta visión es también algo Suyo, porque, sin Su ayuda, el alma no tiene cómo conocerlo y verlo. Recordemos que Dios se revela a los que tienen la candidez y la inocencia de los niños. “Porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los más pequeños” (Mateo 11, 25).
(Traducido de: Sfântul Ierarh Tihon din Zadonsk, Comoară duhovnicească din lume adunată, Editura Egumenița, Galați, 2008, p. 12)