¿Orar con la boca o con el corazón?
También la oración que hacemos en voz alta puede llegar a ser “del corazón”. Esto es lo que entendía David, al decir: “Desde lo más profundo clamo a Ti” (Salmos 129, 1).
«En lo que respecta a la oración del principiante pronunciada en voz alta, sabemos que, al ser mezclada con toda clase de pensamientos, deja de ser pura. Así pues, ¿cómo podría decirse que es una oración “del corazón”? Sin embargo, también la oración que hacemos en voz alta puede llegar a ser “del corazón”. Esto es lo que entendía David, al decir: “Desde lo más profundo clamo a Ti” (Salmos 129, 1).
Cuando la mujer cananea le pidió a Cristo por su hija, dijo: “¡Ten piedad de mí!”, pero desde lo más profundo de su alma. ¡En esto consiste la oración brotada desde el corazón! Hijo mío, cuando la mente es absorbida por Dios, aunque ores con tus labios, tu plegaria es ya “del corazón”, porque es de ahí de donde viene. Es entonces cuando el corazón y la mente se unen con Cristo.
Una condición absolutamente necesaria para la realización de la oración con la mente es tener la conciencia en paz con todos.
Por ejemplo, si vives en un monasterio con cincuenta monjes, estás obligado a estar en paz con todos, en la medida de tus posibilidades. Si eres amable con cuarenta y nueve, pero desprecias a uno, él vence y tu oración no avanza. Esto se convierte en un obstáculo para tu oración. A veces es el otro el que se equivoca, pero no te pide perdón. Si quieres encontrarte con Dios en tu oración, debes asumir esa falta y pedir perdón. Debes orar por tu hermano y hacer todo lo posible para reconciliarte con él. Si el otro, inducido por el maligno, te evita, tendrás que tener mucha paciencia. Hay algunos que son dominados por el demonio de la envidia, mismo que viene a perturbarles la mente. Difícilmente podrías entenderte con alguien así. No obstante, es tu deber amarlos y orar por ellos.
Tú vives en el mundo. En casa y en tu trabajo sé siempre puntual y correcto con todos. Eso sí, evita a quien pueda dañarte. Solamente debes estar atento a no mostrarte ante estos últimos con tus verdaderos amigos, porque se darán cuenta y querrán entrar en conflicto contigo».
(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie – Dascălul rugăciunii minții, traducere și editare de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 200-201)