Padre, ¡me enojo con mucha facilidad!
Cuando sientas que se enciende el enojo, repite, “Señor, ten piedad”. La oración limpia cualquier mancha.
Cierta vez, una mujer le dijo (al stárets Nectario de Óptina):
“—Padre, me enojo con mucha facilidad.”
Él le respondió:
“—Cuando sientas que se enciende el enojo, repite, 'Señor, ten piedad'. Porque la oración limpia cualquier mancha.”
Cuando una de sus hijas espirituales le preguntó cómo orar, el stárets se hizo despacito la Señal de la Cruz y se inclinó, alcanzando el suelo con la mano derecha. Luego, le dijo: “Ora así. Ora con tu cuerpo y el Señor te enviará Su Espíritu para ayudarte. Pídele al Señor que reine en tu corazón; entonces, éste se llenará de una alegría inmensa y ninguna tristeza podrá perturbarlo.”
Otras veces, recomendaba, “Ora simplemente, ¡Señor Jesucristo, dame Tu Gracia! Si los cubre una nube de penas, oren, ¡Señor Jesucristo, dame Tu Gracia! Y Dios los librará de toda aflicción.”
Una vez, el anciano Timoteo, que era cochero, se arrojó a los pies del Padre, transfigurándose de felicidad, humildad y esperanza, cuando dijo, “¡Padre, que tu tibia luz caliente mi fría alma, para que se dirija al cielo...!”. Después de esta frase, simplemente agregó, “Padre, no tengo lágrimas...”. Y el stárets, con una sonrisa maravillosa, se inclinó frente a aquel y le dijo, “No pasa nada, tu alma llora, y con esas lágrimas es más que suficiente, porque son más preciosas que las de tus ojos”
(Traducido de: Stareţul Nectarie de la Optina, în colecţia Cuvioşi stareţi de la Optina)