Palabras de espiritualidad

Para alejarnos de las tentaciones del maligno

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Aunque todos fuimos dotados por Dios con los dones que mejor se ajustan a cada uno, no los empleamos para la salvación de nuestra alma y la de nuestros semejantes.

Quienes se apartan de Cristo se privan de la luz divina, porque dejan un lugar soleado y, por su insensatez, caminan hacia donde no hay luz, Por eso, como es obvio, se enfrían y se enferman espiritualmente. Aunque todos fuimos dotados por Dios con los dones que mejor se ajustan a cada uno, no los empleamos para la salvación de nuestra alma y la de nuestros semejantes. Al contrario, a menudo los usamos para nuestro propio mal y el de los otros. Si el de corazón manso o el apasionado por naturaleza es ayudado por su carácter para crecer en la vida espiritual, con mayor razón aquel que es activo o de genio fuerte se ve favorecido el doble por la fuerza de su carácter: solo necesita ponerla al servicio de la lucha contra sus propias pasiones y contra el maligno.

Aquellos que, por descuido, mientras vivían en el mundo adquirieron malos hábitos, ahora deben aceptar sin murmurar el embiste del maligno, sin consentir los malos deseos; así, esforzándose, se purificarán y llegarán a la medida de los más virtuosos, quienes no conocieron grandes pecados, no contrajeron malas costumbres ni son atacados con fuerza. Tenemos que estar muy atentos, para no “atender” en absoluto las “llamadas” engañosas del enemigo (los malos pensamientos) y para no manchar el “Templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6, 19). De lo contrario, la Gracia de Dios nos abandonará y nos quedaremos en tinieblas. 

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulEpistole, Editura Evanghelismos, p. 152)