Es necesario hacer todo con devoción. El monje debe ser afable al hablar y tener un comportamiento sencillo. No sólo sus actos, sino también todo lo que diga debe estar lleno del temor de Dios, sopesando cada palabra antes de ser pronunciada. El jerarca Teófano dice: «Recuerda que, al hablar, estás pariendo palabras que nunca morirán, sino que habrán de pervivir hasta el Día del Juicio. Ese día, cada una de ellas se presentará ante ti y te servirá para defenderte o vendrá a acusarte. “Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12, 37)».

(Traducido de: Sfântul Nicon de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 25)