Para evitar la ira
Lucha, sé paciente, calla, hazte humilde y ora sin cesar, que así, talvez, vencerás.
Evita a toda costa la desagradable ira. Nunca digas palabras ofensivas. No contradigas. Que tu frente no se llene de enojo; al contrario, mejor guarda silencio cuando la ira te tiente. No delates a nadie, no enfrentes a nadie, no ofendas a nadie, no reprendas con crueldad. Sé siempre manso y absténte de toda palabra dura. Aléjate de los iracundos, aléjate del sitio en el que la ira te ataca. Perdona a todos inmediatamente, no guardes rencor, no enfades a nadie. No ames la venganza. No hables de los errores de los demás. Apártate, cállate, tranquilízate, llénate de amor y mansedumbre, que el Señor se apiadará de ti.
Hazte de mucha paciencia, porque en la vida tendrás que enfrentar muchas aflicciones. Tu cruz no es la más ligera, las pasiones son muchas y grandes, las tentaciones poderosas, los demonios muy astutos, el mundo perverso y el cuerpo ocioso. Mas tú sé paciente en las tentaciones, callando y manteniendo humilde tu corazón. Pide el auxilio del Señor, por medio de tus oraciones más fervientes, para que puedas atravesar, con facilidad y paciencia, el mar de las tentaciones. Todo es difícil, todo requiere de mucha seriedad, de lucha, don de Dios y sacrificio. Sé paciente en todo lo que Dios te envíe, porque Él lo sabe todo. Acepta las ofensas como un medicamento, ama a tus enemigos. Ora siempre por todos. Lucha, sé paciente, calla, hazte humilde y ora sin cesar, que así, talvez, vencerás.
(Traducido de: Mi-e dor de Cer, Viața părintelui Ioanichie Bălan, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 102)