Para orar sin que nuestra mente divague y se pierda
Haciendo esto, te acostumbrarás a orar, porque la mente debe ser introducida y encerrada todo el tiempo en las palabras de la oración. De lo contrario, se extraviará por donde le apetezca.
El padre Lorenzo de Chernigov practicaba sin cesar la “Oración de Jesús” y se esforzaba en enseñársela a las monajs del monasterio, explicándoles cómo orar, así: al inspirar el aire, hay que decir: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios”, y al expirar: “¡Ten piedad de mí, pecadora!”.
Cuando una monja le pidió que bendijera su cuerda de oración, el padre le dijo:
—La oración es una cosa buena, una cosa de los ángeles. Lo que tienes que hacer es orar valiéndote de los dedos de tu mano izquierda. Acerca el pulgar al meñique y repite diez veces: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecadora!”; después, haz lo mismo con el dedo anular y con el resto de los dedos. Haciendo esto, te acostumbrarás a orar, porque la mente debe ser introducida y encerrada todo el tiempo en las palabras de la oración. De lo contrario, se extraviará por donde le apetezca.
(Traducido de: Sfântul Lavrentie de la Cernigov, Viața, învățăturile și minunile, Editura Credința strămoșească, pag. 9)