Para que nuestra oblación sea agradable a Dios…
“Quienes viven en los monasterios hacen todo en silencio, sin comentar nada, aunque tal vez no hagan lo que quieran, y aceptan todas las cargas que les imponen sus superiores. Además, son pacientes cuando son reprendidos, ofendidos, maltratados y deshonrados. Pero yo, todo el tiempo hago mi voluntad y soy débil de alma...”
Tienes que imponerte como una norma que cada uno de tus sacrificios lo hagas en secreto y pensando en Dios, consciente de que lo que haces no es nada y que te guías por tu propia voluntad. Repréndete a ti mismo todo el tiempo y dile a tu mente: “Lo único que obtengo con este sacrificio es condenarme a mí mismo, porque estoy haciendo mi voluntad, y la idea de que los demás me encomien me ayuda a sobrellevar su peso. Quienes viven en los monasterios hacen todo en silencio, sin comentar nada, aunque tal vez no hagan lo que quieran, y aceptan todas las cargas que les imponen sus superiores. Además, son pacientes cuando son reprendidos, ofendidos, maltratados y deshonrados. Pero yo, que todo el tiempo hago mi voluntad y soy débil de alma, siempre he huído de la obediencia; no me gusta el esfuerzo y prefiero permanecer en mi estado actual, felicitándome por mi aparente esfuerzo, el cual prefiero hacer ante los ojos de los demás”. Si piensas y actúas así, es decir, si te consideras más pecador y más sucio en tu alma que cualquier otro de tus semejantes, si te acusas de ser un perezoso y comer el pan sin merecerlo, si haces todo con amor y humildad, lo que hagas será agradable a Dios y podrás permanecer en paz en tu celda; pero, si no, ten cuidado, hermano, no sea que te estés esforzando en vano.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, pp. 94-95)