La percepción espiritual de Dios no pertenece a la esfera de los sentidos, ni a determinados planos ópticos, sino que es la unión hipostática y el vínculo de lo creado con la “Existencia” eterna de Dios, no con Su naturaleza o esencia, sino con Su acción o las energías divinas, de acuerdo a la capacidad del que “sufre” esa percepción. Cuando Moisés pidió ver a Dios, como creía posible, escuchó que Él mismo le decía que eso era imposible y pudo “ver” solamente la espalda, es decir, los trabajos o características divinas. Quien se halla en medio de esa visión espiritual de Dios, puede dar testimonio de que no hay ninguna semejanza entre lo creado y lo eterno y que “si describir a Dios es imposible, comprenderlo con el pensamiento es aún más imposible”.

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, pp. 20-21)