«Creo que nadie podría responder a tu pregunta. Ni siquiera ellos. ¡Ni ellos mismos saben el porqué! De alguna forma se dejaron llevar por una furia y un temor interior asesinos. ¡Fueron “asesinados” alguna vez y ahora simplemente “cumplen con su deber” contigo! ¡Pero esto es asumir la vida como una maldición!

¡Esta es la razón por la cual Dios-Hijo se hizo Hombre! ¡Para ofrecernos Su Vida y las fuerzas para salir de la maldición y entrar en la Bendición, en Su santa Alegría! ¡Coraje, hija mía! Tu sufrimiento y el de tu familia se desvanecerá en este momento, si aceptas morir para el “conforrt” de permanecer en los tormentos de la existencia vista como una maldición y en el placer de ser víctima, bendiciendo y perdonando. ¡Aprende a bendecir y a perdonar, es decir, a cumplir con el Mandamiento del Amor, y estarás dando un testimonio vivo de Su presencia y Su obra, aquí y ahora!

¡Sí, yo sé que es duro, justo en este momento, porque estás en la cruz! ¡Pero fue por medio de la Cruz que la alegría vino a todo el mundo! Y, por extraña que te parezca, no le temas a la forma en que expulsas o lloras tu dolor. Preocúpate solamente de ofrecérselo al Señor y permanece cerca de Él, del modo en que se nos ofrece en la Iglesia».

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Uimiri, rostiri, pecetluiri, Editura Doxologia, p. 187)