¿Por qué no habríamos de reconocer nuestras faltas?
La capacidad de ver nuestros propios pecados es fuente de iluminación para el corazón. Quien vea y reconozca sus propias faltas, verá también la gloria de Dios.
Dios nos creó con mucho amor. Entonces, padre, ¿tenemos que considerarnos pecadores toda nuestra vida, aunque hayamos hecho todo lo posible por no pecar?
—Sí, como dije antes, no representa ningún problema aceptar que somos pecadores, mortales e indignos. Todo eso es muy cierto. Dios quiere que seamos realistas y veamos las cosas tal como son. Ver nuestros propios pecados es fuente de iluminación para el corazón del hombre. Quien vea y reconozca sus propias faltas, verá también la gloria de Dios. La luz de Dios solamente ha brillado para aquellos que han visto la oscuridad de su corazón, porque Cristo Mismo dijo: “Los que yacían en las tinieblas han visto gran luz”. Pero si lo que queremos es huir de esa oscuridad, la luz, al venir, no nos encontrará. Reconozcámonos pecadores y no estaremos errando. ¿Por qué? Porque aceptar nuestras propias faltas es causa de gran felicidad. ¿Cómo es esto posible? ¡Recordemos que Cristo dijo que fue por los pecadores que vino al mundo! Luego, ¿por qué querríamos distinguirnos de ellos? ¿Por qué querríamos estar con los justos, para los que Él no dijo haber venido, o con los que se creen justos? ¡Bienaventurados los que se reconozcan pecadores, porque fue para ellos que vino Cristo!
(Traducido de: Ieromonahul Savatie Baștovoi, Singuri în fața libertății, Editura Cathisma, București, 2009, pp. 114-115)