A propósito de las pruebas que enfrentan los justos…
Los correctivos de Dios son como medicamentos amargos, o como los tratamientos de los médicos en los que es necesario cortar y cauterizar.
Si nuestras buenas acciones son pocas en número e insignificantes, y el peso de nuestros pecados, grande y difícil de medir, y si además gozamos de un gran bienestar material, sin tener que enfrentar aflicción alguna, con certeza partiremos a la eternidad completamente vacíos y ajenos a toda recompensa por nuestras buenas acciones, por haber tenido ya todo en esta vida.
Los justos tienen que soportar las tribulaciones, para demostrar su virtud y su pureza perfecta.
Los correctivos de Dios son como medicamentos amargos, o como los tratamientos de los médicos en los que es necesario cortar y cauterizar. El fuego impide que la herida se extienda y el bisturí extirpa lo putrefacto, causando dolor, sí, pero con un propósito fundamental. El hambre, las enfermedades y las desgracias aparentes son enviadas al alma en vez del hierro del bisturí y el fuego cauterizante, para que la enfermedad (espiritual) no se extienda y ayudarnos a sanar.
(Traducido de: Cum să biruim iubirea de arginți, Editura Sophia, București, 2013, p. 50)