¿Puede una persona llena de pasiones (por vivir en el mundo) alcanzar la oración con el corazón?
Quien se esfuerce en la oración, inexorablemente sentirá en su interior la agitación de las pasiones.
Claro que sí, pero de esta forma: en el primer momento de acción de la “Oración de Jesús”, la pasión aún vence al hombre, en tanto que en el segundo momento, por fuerte que sea esa pasión, el hombre termina venciéndola a ella. La pasión permanece en el hombre hasta su muerte, en tanto que la pureza puede ser solamente relativa. Esto lo podemos ver en el hecho que muchos ascetas, como el piadoso Jacobo, viviendo siempre en la virtud, terminaban cayendo en pecado. Quien se esfuerce en la oración, inexorablemente sentirá en su interior la agitación de las pasiones. Pero, el hombre que ha alcanzado la oración interior consigue también que la pasión sea como un muerto en sus adentros, porque ya no le puede tiranizar; así, mientras más fuerte es la oración, mientras más se fortalece esta en su corazón, menos pueden atacarle las pasiones: hasta parece que estuvieran dormidas. A un muerto lo ves tendido, yaciendo; esto significa que existe, que no ha desaparecido, porque tus ojos lo pueden ver. Del mismo modo, la pasión es como un muerto en aquel que se esfuerza con sus plegarias y ha alcanzado la oración interior...
(Traducido de: Sfântul Varsanufie de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 79)