Que el fervor por la salvación no se extinga en nuestro interior
El fervor por la salvación tiene que arder sin cesar en ti, de manera que, rebosando tu alma, se convierta en la fuerza principal para poder actuar y hacer cosas grandes o pequeñas, pero siempre con temor de Dios y una sólida esperanza.
Tienes que saber que no podrás crecer en la oración si antes no creces en tu vida espiritual en general. Es absolutamente necesario que no guardes en tu alma ningún pecado sin purificar por medio de la contrición. Y si al orar cometes algo que te turbe la conciencia, apresúrate a arrepentirte, para poder presentarte nuevamente frente al Señor con determinación. Cultiva en tu corazón la humilde compunción. No pierdas jamás la ocasión de hacer el bien o de demostrar tu diligencia, siendo humilde, obediente y sumiso. Y, desde luego, el fervor por la salvación tiene que arder sin cesar en ti, de manera que, rebosando tu alma, se convierta en la fuerza principal para poder actuar y hacer cosas grandes o pequeñas, pero siempre con temor de Dios y una sólida esperanza.
(Traducido de: Războiul nevăzut, Ediţia Sfântului Teofan Zăvorâtul, p. 208)