¡Oh, qué cosa tan grande y preciada es un pecador que permanece de rodillas a los pies de la Cruz! Ese hombre ha encontrado la puerta a su salvación espiritual: la Cruz y el Sacrificio del Señor... ¡Un alma más ha logrado llegar a la salvación!

Un pecador se reconcilia con Dios por medio del enorme Sacrificio de Su Hijo... Un hombre muere y resucita a una vida nueva. Hasta los mismos ángeles del cielo se alegran con esa transformación: "Os digo que así se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15, 10).

Cielos y tierra se alegran cuando un pecador se inclina bajo los brazos de la Cruz y encuentra la fuente de su salvación. ¡Abandónate totalmente, querida alma, a los pies de la Cruz, porque esta une cielos y tierra, y al hombre con Dios! ¡Por ella respiramos, por ella hablamos, por ella vivimos, por ella vencemos!

(Traducido de: Preotul Iosif Trifa, Oglinda inimii omului, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2009, p. 47)