Palabras de espiritualidad

¿Qué hacer con los pensamientos al orar?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No es bueno dejar de orar, porque lo seguirás haciendo una y otra vez.

Si, al orar, nos recordamos de algún problema nuestro y la forma en que podríamos resolverlo, ¿qué hacer? ¿Seguimos orando o mejor nos detenemos?

Lo mejor es continuar, porque si te detienes, con tal de ir a resolver tu problema, el maligno seguirá tentándote de la misma forma cada vez que ores. Una vez, le pregunté al padre Selafilo: “¿Cómo es que cuando me viene la idea de cometer alguna barrabasada y mejor me pongo a hacer algo bueno, felicitándome por ello, vuelvo a ser tentado otra vez? ¿Es que el demonio conoce nuestros pensamientos?”. Y el padre respondió: “No”. “¿Entonces, cómo sabe lo que estoy pensando?”. “Por tus mismos actos”.

Luego, es el maligno el que te llena de ideas, cuando comienzas a orar. “¿Ya te olvidaste de esto y aquello? ¿Se te olvidó que tienes que terminar de escribir aquella idea?”. ¡Cuántas veces me pasa! Y si me levanto y cierro el salterio y me pongo a escribir, me seguirán surgiendo más y más ideas, cada vez más geniales. ¿Entiendes? Lo mismo es válido para todos. Hay que ser pacientes en esta tentación, para que el maligno no vea el efecto de sus artimañas en nuestra mente. Puede que él crea que no nos hemos perturbado para nada, aunque nosotros nos hayamos llenado de pensamientos.

Detente un poco, diciendo: “¡Señor, líbrame de esta tentación!”. Luego recuerda que eres un mortal y que puedes morir hasta llegar a realizar dicha idea.

Así pues, no te consumas en estas ideas. En vano haríamos todo el bien del mundo, si no logramos más que alejarnos de Cristo. Aparta esos pensamientos. No es bueno dejar de orar, porque lo seguirás haciendo una y otra vez. Basta con una sola vez, para que seamos tentados sin cesar.

(Traducido de: Ieromonah Savatie Baștovoi, Puterea duhovnicească a deznădejdii, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2014, pp. 28-29)