Palabras de espiritualidad

¿Qué hacer si el niño no tiene paciencia para permanecer en la iglesia?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si quieres caminar con él, tú eres quien debe cambiar de ritmo, entendiendo sus capacidades y limitaciones. No le pidas cosas que tampoco tú podrías haber hecho cuando eras pequeño.

Traes a tu hijo a la iglesia para que no olvide la importancia de la Divina Liturgia, o lo dejas en casa, porque no tiene paciencia... En verdad, nuestros oficios litúrgicos fueron hechos para personas grandes, para entendidos, para personas que saben por qué asisten a la iglesia y por qué participan de ellos. No fueron hechos para niños que, a su edad, no entienden lo que sucede. Cierta vez, cuando yo tenía cincuenta y cuatro años, no pude bajarme del tren... Viajaba con otro sacerdote y, cuando quise bajar, la puerta se bloqueó y el tren reinició la marcha. Recuerdo que exclamé: “¡En cincuenta y cuatro años, esto jamás me había ocurrido!". Y aquel sacerdote amigo mío me respondió que eso era inexacto... ¡porque yo no nací en un tren! Esto, porque suelo decir que “toda mi vida” he asistido a la iglesia. Mis padres me llevaban siendo muy pequeño y, siendo justos, siempre me gustó. ¡Pero no entendía nada! Viéndolo en perspectiva,, me doy cuenta de que realmente no entendía nada. Pensaba que en la iglesia no se decía nada coherente, que eran sólo cantos, sin guión alguno...

Cuando comencé a ir a la escuela en (la ciudad de) Cluj, mis compañeros me preguntaron si en mi pueblo se cantaba “Vamos a recibir al Rey...”, durante la Divina Liturgia. Y yo, convencido, les dije que no. Bien, cuando se terminó el año escolar, asistiendo a la Liturgia en mi pueblo, comprobé que, efectivamente, se cantaba esa parte. Así, el primer día de clases del ciclo siguiente, les dije a mis compañeros: “¡Es cierto, esa parte se canta también en mi localidad!”.

Volviendo al asunto principal, es correcto afirmar que los niños no sólo en la iglesia no tienen paciencia, es que casi no tienen paciencia... ¡en todo! Recordemos que la misma escuela dispone de un horario corto, con constantes cambios de actividad, se les ofrece la posibilidad de jugar... Todo esto lo saben los pedagogos, quienes saben cómo y por qué lo hacen. Así, si tienes hijos, actúa en todo con la justa medida. Se dice que no es posible pedirle a un niño que camine al mismo ritmo que un adulto. El niño camina como niño, con pasos pequeños, cortos. Si quieres caminar con él, tú eres quien debe cambiar de ritmo, entendiendo sus capacidades y limitaciones. No le pidas cosas que tampoco tú podrías haber hecho cuando eras pequeño.

(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Cuvinte pentru tineri, Ediţie îngrijită de Aurelian Popescu, Editura Omniscop, Craiova, 1998, p. 22)