He aquí que la lluvia alimenta todo lo verde, y los árboles se coronan con toda clase de flores. Que el rocío de Tu Gracia ilumine mi mente y se atavíe mi corazón con las flores de la humildad, el amor y la paciencia.

¡Que mi oración llegue hasta Ti, Señor! Concédeme Tu santa semilla, para poder presentarte buenos retoños, y decir: “¡Gloria a Aquel que ha dado lo que se le puede presentar como ofrenda!”, e inclinarme ante el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Psaltire sau cugetări evlavioase şi rugăciuni, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 35)