¡Que no se te olvide con Quién hablas al orar!
Las personas suelen olvidar con Quién están “conversando” al orar, y quiénes son los testigos de sus plegarias.
Cuando, al orar solo, sientas que tu espíritu empieza a holgazanear, a languidecer, como oprimido por la soledad, recuerda que el Dios Trino te está viendo, tal como lo hace siempre. Recuerda que Él te observa siempre con ojos más luminosos que el sol; recuerda que te ven los santos ángeles, tu ángel guardián y los santos, los justos de Dios. Y esto, porque todos son uno en Dios, y en donde está Dios, ahí están también ellos. Donde está el sol, ahí también se concentran sus rayos. Atento a todo esto que te digo.
Ora siempre con un corazón ferviente. Y, para poder orar así, no debes haber comido ni bebido en demasía. ¡Que no se te olvide con Quién quieres hablar! Las personas suelen olvidar con Quién están “conversando” al orar, y quiénes son los testigos de sus plegarias. Pues he aquí que están “conversando” con Aquel que siempre está atento a nosotros, Aquel que todo lo puede ver. Y ese diálogo es presenciado también por las fuerzas celestiales y los santos.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, p. 217)