¿Qué sucede cuando hablamos en exceso?
Todo lo bueno es ajeno a la verborrea y a los enredos de la imaginación.
De la misma forma que las puertas de los baños termales, al abrirse una y otra vez, empujan afuera el calor que hay en el recinto, así también el alma que tiende a hablar en demasía —aunque se trate de cosas buenas— dispersa y debilita las fuerzas de la mente a través de esa “puerta” parlante.
Con esto, el alma olvida decir las cosas que debía decir en su justo momento y comparte embarulladamente —y al primero que se encuentre en el camino— una revoltijo de pensamientos, perdiendo incluso la protección del Espíritu Santo para librarse de todas esas divagaciones.
Porque todo lo bueno es ajeno a la verborrea y a los enredos de la imaginación. Luego, loable es callar cuando es debido, porque así es como se engendran los pensamientos sabios.
(Traducido de: Diadoh al Foticeii, Cuvânt ascetic în 100 capete, traducere de Pr. Prof. Dumitru Stăniloae, în „Filocalia”, vol. I, Sibiu, 1947, p. 365)