Palabras de espiritualidad

¿Quién decide nuestro destino luego del juicio particular del alma?

    • Foto: Doxologia

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El infierno eterno es ese que nosotros mismos nos preparamos, del mismo modo en que somos nosotros los que nos podemos preparar el Paraíso eterno.

San Basilio el Joven, al hablar de los veinticuatro peajes del alma, dice que, luego de la salida del alma (del cuerpo), esta es conducida por su ángel custodio por todos los sitios en donde estuvo durante su vida. ¿Por qué? Para enseñarle: “En ese lugar actuaste bien”, “En aquel otro, no”, “Allí ayudaste a un enfermo”, “Aquí leíste la Santa Escritura”, “Tal día y a tal hora faltaste a la Divina Liturgia”, etc. El alma, el alma del hombre, se acuerda de todo, para que después, a los cuarenta días del deceso, reciba, de acuerdo a su conciencia, la recompensa de rigor (provisional, hasta la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo, cuando, en definitiva, habrá de heredar uno u otro estado).

Así, Dios no puede ser comparado con esos padres que castigan a sus hijos. En este caso, porque no es Él quien determina: “¡Tú, al infierno!”, sino tu conciencia es quien lo decide, aunque a Dios le duela. Así las cosas, el infierno eterno es ese que nosotros mismos nos preparamos, del mismo modo en que somos nosotros los que nos podemos preparar el Paraíso eterno.

(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu, 2011, p. 186)