Palabras de espiritualidad

¿Quién eres tú, para juzgar a tus semejantes?

  • Foto: Oana Nechifor

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Translation and adaptation:

El Señor nos ordenó ser enemigos únicamente de la serpiente, es decir, de aquel que desde el inicio engañó al hombre y lo echó del Paraíso. Se trata del demonio, el asesino de hombres.

No debemos juzgar a nadie, aunque se equivoque ante nuestros propios ojos o sepamos que vive infringiendo los mandamientos de Dios, de acuerdo a lo que dice la Escritura: No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7, 1). Y, otra vez: “¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo” (Romanos 14, 4). Es muy importante, además, recordar las palabras del Apóstol: “El que crea estar en pie, que mire y no caiga” (I Corintios 10, 12).

Y es que no se sabe cuánto resistiremos también nosotros sin pecar, de acuerdo a lo que dice el profeta, al haber aprendido de sus propios sufrimientos: “Y yo en mi paz decía: 'Jamás vacilaré'. Tu favor me afianzaba sobre fuertes montañas; mas retiras Tu rostro y ya estoy conturbado” (Salmos 29, 6-7).

El Señor nos ordenó ser enemigos únicamente de la serpiente, es decir, de aquel que desde el inicio engañó al hombre y lo echó del Paraíso. Se trata del demonio, el asesino de hombres.

Dios nos ordenó también ser enemigos de los madianitas, es decir, de los espíritus impuros del desenfreno, así como de todas las acciones vergonzosas que nacen que el corazón se llene de pensamientos sucios e impíos.

(Traducido de: Sfântul Serafim de Sarov, Viața, nevoințele și învățăturile, Ediția 3, Mănăstirea Sihăstria, Neamț, 2010, p. 385-386)



 

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