El maligno, que anteriormente era portador de la luz de la justicia, del amor y de la santidad, se transformó inmediatamente, al rebelarse contra Dios, en la herramienta absoluta de la oscuridad, del odio, de la mentira, de la maldad entera y de lo que contribuye al desastre de la destrucción y la muerte. El demonio, que era ángel de luz, se convirtió y seguirá siendo oscuridad, mentira y perdición, con un propósito claro: oponerse a todo lo que pertenece a Dios y a todo lo que Él dispone que sea bueno, especialmente el hombre. Devino en heredero de la muerte y habitante del infierno y así permanecerá para siempre, porque su principal objetivo es engañar y atraer a su lado a todos los que pueda.

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, p. 21)