¿A quién obedecer, al corazón o a lo que prescribe nuestro padre espiritual?
Mientras no sea capaz de llevar m mente al corazón con la oración “Señor Jesucristo, Hijo de Dios…”, lo mejor será seguir haciendo lo que dicte mi padre espiritual.
¿A quién es mejor obedecer? ¿A la voz de mi propio corazón, o a lo que dice mi padre espiritual?
—¡Vaya pregunta compleja! Veamos, si has llegado al fondo de tu corazón, escucha lo que te dice… Pero ¿cómo saber si esa es la voz de tu corazón? ¿Cómo puedo reconocer la voz de mi propio corazón? ¿Qué pasa si, por ejemplo, pienso: “Mi corazón dice que hoy podría permitirme beber un vaso de vino… estoy cansado y a mí me encanta el vino tinto”? Pero, ¿quien me habla es mi corazón o es mi apetito? ¿Acaso mi corazón está limpio? Porque es de mi corazón que habla el Señor, cuando dice que de ahí salen los atroces pensamientos de perfidia, desenfreno, etc. Mi corazón bien podría ser la guarida de toda clase de apetencias y toda clase de pensamientos. Y, mientras no sea capaz de llevar m mente al corazón con la oración “Señor Jesucristo, Hijo de Dios…”, lo mejor será seguir haciendo lo que dicte mi padre espiritual.
Ahora bien, si mi confesor es un pillo, y me dice: “Escucha: vete a la catedral y roba todos los monederos que puedas, y después ahorra ese dinero, porque vienen tiempos muy duros”, lo mejor será escuchar lo que mi corazón tenga que decirme, y decidir: “¡Iré a buscar otro padre espiritual!”. Luego, hijos, es posible que nuestro confesor trastrabille y caiga… al final, no deja de ser un humano. Y esto podría sucederle a cualquiera de nosotros, de manera que tenemos que saber cómo reaccionar ante el pecado. Esta es una buena solución
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 62-63)