¿Realmente te interesa salvarte?
Uno no se salva acumulando las cosas de este mundo, sino despreciándolas.
La salvación se obtiene con la voluntad del hombre, y también con la voluntad del hombre se le puede rechazar. Todo aquel que se acerque con pesar y arrepentimiento —pensando en sus incontables faltas— al Santo Cuerpo y la Santa Sangre del Señor, se salvará; por su parte, quien se acerque a la Eucaristía con indiferencia o desprecio, se condenará.
Si hay algo útil para el hombre, algo que lo ayuda a hacerse más humano, siendo también de gran provecho para alcanzar la salvación, deviene en una tarea para cada uno. Porque nuestra salvación es lo único que le interesa a Dios.
Es imposible salvarte, si lo único que te preocupa son las cosas del mundo. Uno no se salva acumulando las cosas de este mundo, sino despreciándolas. Esto se verá cuando nuestra alma abandone nuestro cuerpo, cuando cada uno de nosotros deba dejar todas sus posesiones materiales y cuando se evidencie que, habiéndonos aferrado más a lo terrenal que a Dios Mismo, se decida que no nos podemos salvar.
(Traducido de: Alexandru Prelipcean, Spiritualitate creștină și rigoare științifică: notele de subsol ale filocaliei românești, II, Editura Doxologia, 2013, p. 37)