Recordemos los beneficios de la “Oración de Jesús”
¡Que no se nos olvide que el maligno no es más poderoso que el Señor!
Ciertamente, podemos redimirnos —aún con todas nuestras inclinaciones negativas—, cuando decimos: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”; pero, si no pronunciamos esas palabras, no nos podemos encontrar con nosotros mismos ni con Dios. Si repetimos esta oración tres o cuatro veces, y después nos quedamos callados, no nos encontraremos con el Señor; sin embargo, si insistimos, es posible que tengamos éxito. Yo siempre recomiendo lo siguiente: hagámonos un hueco de una media hora en nuestra rutina, cuando sea posible, para repetir esta oración las veces que podamos, sin enumerarlas —para que nuestra mente no se distraiga—, y pronunciando esas palabras estando plenamente concentrados en ellas, en un estado de ferviente oración, intentando ver qué nos viene a la mente. Si notamos que nos viene a la mente algo bello y positivo, ¡alegrémonos! Pero, si vemos que lo que nos viene a la mente es algo negativo y solamente imágenes o ideas negativas, no nos asustemos, porque en cualquier instante desaparecerán. ¡Que no se nos olvide que el maligno no es más poderoso que Dios! Dios nos ayuda a purificar nuestra mente, pero en el tiempo y la medida en que también nosotros nos comprometamos en ese esfuerzo espiritual.
(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Rugăciunea Pelerin către cer, Editura Doxologia, p. 41, Iași, 2013)