Palabras de espiritualidad

Redescubriendo la dimensión pascual del Bautismo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Muchos no saben que el oficio de la Pascua es, en primer lugar, una Liturgia bautismal.

En el pasado, en tiempos del “período de oro” de la Liturgia cristiana, el Sacramento del Bautismo era celebrado en la noche pascual, como parte componente de la festividad anual de la Pascua.

Muchos no saben que el oficio de la Pascua es, en primer lugar, una Liturgia bautismal, ni que cuando en las vísperas de la Pascua escuchan la lectura bíblica sobre el paso por el Mar Rojo, o sobre aquellos tres jóvenes que fueron echados al horno, o sobre Jonás en el vientre de la ballena, están escuchando los más antiguos “paradigmas” del Bautismo, y participando de la gran vigilia bautismal. Además, ignoran que la alegría que ilumina la noche santa, cuando resuena el gozoso anuncio de “¡Cristo ha resucitado!”, es la alegría de aquellos que “en Cristo fueron bautizados, en Cristo fueron revestidos”, quienes eran “con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre”, también ellos entraran “a una vida nueva” (Romanos 6, 4). Muchos cristianos no han aprendido que la Pascua, como festividad litúrgica, y el Ayuno Mayor, como preparación para la Pascua, se desarrollaron inicialmente de la celebración del Bautismo, porque la Pascua, la “fiesta de las fiestas”, es realmente la realización del Bautismo, y que el Bautismo es verdaderamente un misterio pascual.

Sobre el vínculo litúrgico entre el Bautismo y la celebración de la Pascua, dice Tertuliano: “La Pascua ofrece el día más solemne para el Bautismo, porque fue entonces cuando ocurrió la Pasíon de nuestro Señor, y en ella somos bautizados... Asimismo, el Pentecostés también es un período propicio para fijar el Bautismo, porque fue en ese lapso que la Resurrección del Señor se anunció muchas veces entre los discípulos, y la Gracia del Espíritu Santo fue otorgada por primera vez...” (De Baptismo 19).

(Traducido de: Alexander Schmemann, Din apă și din duh – un studiu liturgic al botezului, Ed. Sophia, București, 2009, p. 11).

 

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