Refrenar la lengua, un recurso elemental
‟Me he perturbado, pero no he hablado” (Salmos 76, 4).
Otro ejemplo de ausencia de maldad lo encontramos en la vida de San Gregorio el Taumaturgo: una mujer de vida disoluta le exigió públicamente dinero al santo, como si este hubiera pecado con ella. Pero el santo no se enfadó, y le pidió a un amigo que estaba con él que le pagara a la mujer. Cuando esta recibió ese pago indebido, cayó poseída por el demonio. Pero San Gregorio oró por ella y la libró del maligno.
Si no podemos permanecer imperturbables, al menos debemos refrenar nuestra lengua, como dice el salmista: ‟Me he perturbado, pero no he hablado” (Salmos 76, 4).
(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, p. 327)