Rompiendo el ayuno por equivocación
La mitad de esa modesta tarta te la comiste el miércoles, por equivocación, y la otra mitad, después de haberte dado cuenta de tu error.
En tu segunda carta me describiste algo que te pasó en San Petersburgo: un miércoles, te comiste la mitad de una modesta tarta (con ingredientes de origen animal, N. del T.), por equivocación, y la otra mitad, después de haberte dado cuenta de tu error. El primer pecado puede perdonarse, no así el segundo. Es como si alguien corre, sin darse cuenta, hacia un despeñadero... a mitad de camino puede ya ver el peligro que se acerca, pero aún así sigue corriendo hacia él. En nuestro monasterio tuvimos un caso semejante. Un día de ayuno, un hermano encontró en su bolsillo un pedazo de tarta de queso, del tamaño de una nuez. Al verla, pensó: “¿Acaso es algo grave que me coma este insignificante pedazo de pastel?” Y se lo comió. Sin embargo, su conciencia comenzó a reñirlo por ese pecado cometido conscientemente. Entonces, habló con el padre Ambrosio, del monasterio, y éste le impuso una penitencia de doce postraciones. En tu caso, no se trata de un simple pedacito de tarta, por eso tu penitencia deberá ser un poquito más severa. Cuando vayas a confesarte, dile a tu Padre Espiritual lo que hiciste y ruégale que te dé una pequeña penitencia, para que tu conciencia se quede tranquila.
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, vol.1, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 137)