¿Sabemos valorar la paciencia que Dios nos tiene?
Mientras que frente a los otros solemos cumplir honradamente con nuestros deberes —por miedo, vergüenza o respeto—, frente a Dios ninguna de estas razones nos hace devolver, en tiempo y con justicia, lo que debemos, y esto porque los otros pueden instarnos inmediatamente a a actuar de tal manera, mientras que Dios no lo hace. ¡Así pues, hombre, no desprecies la rica bondad y paciencia que Él tiene contigo y sé siempre correcto frente a Dios!
Toda nuestra vida terrenal está constituida en derechos y obligaciones. El que no pide nunca más de lo que da y nunca da menos de lo que pide, ése es un hombre justo. El que da siempre, sin pedir nunca nada en retorno, o da mucho más de lo que ha recibido, por amor a Cristo, ése es un hombre santo. Pero el que pide mucho y da menos, o no da nada, ése es un hombre infame. Mientras que frente a los otros solemos cumplir honradamente con nuestros deberes —por miedo, vergüenza o respeto—, frente a Dios ninguna de estas razones nos hace devolver, en tiempo y con justicia, lo que debemos, y esto porque los otros pueden instarnos inmediatamente a a actuar de tal manera, mientras que Dios no lo hace. ¡Así pues, hombre, no desprecies la rica bondad y paciencia que Él tiene contigo y sé siempre correcto frente a Dios!
(Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 190)