Palabras de espiritualidad

Saber vigilarse a sí mismo

    • Foto: Doxologia

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Es importante recordar que una vida de destrucción lleva a la multiplicación del mal en el mundo y que sólo la “atención a sí mismo” y la vigilancia espiritual llevan a la supresión del mal e, implícitamente, al bienestar de la humanidad.

San Ignacio (Brianchianinov) nos enseña que "el hombre debe prohibirse a sí mismo cualquier actividad que lo aturda". Debemos organizar nuestro tiempo de una forma tal que nos hallemos siempre ocupados con actividades sensibles, provechosas y prácticas. El cumplimiento de nuestras responsabilides públicas o privadas, sin gran ruido y agitación, no nos llevará jamás a una vida agitada; al contrario, nos hará estar atentos a nosotros mismos y a la lucidez. La distracción nos es facilitada por la pérdida de tiempo o las actividades frívolas, similares a la desidia.

Así pues, ante todo, debemos temerle a la pereza y evitarla. Las bromas frívolas y el palabrerío inútil son cosas muy dañinas, pero, con todo, se han vuelto prácticas que gozan de gran popularidad, apreciadas por aquellos que son incapaces de medir la gravedad y la importancia de lo dicho. Asimismo, igual de perjudicial es la ensoñación, que saca al hombre de la vida real, llevándolo a una vida fantástica, irreal, que lo hace distraerse con pensamientos y sentimientos sobre cosas imaginarias.

En pocas palabras, es necesario controlarte e impedir que tus sentimientos anhelen toda clase de ilusiones externas, sino que debes ocuparte con honestidad y conscientemente de tus responsabilidades públicas o privadas, sin demasiada agitación o irascibilidad.

Es importante recordar que una vida de destrucción lleva a la multiplicación del mal en el mundo y que sólo la “atención a sí mismo” y la vigilancia espiritual llevan a la supresión del mal e, implícitamente, al bienestar de la humanidad.

(Traducido de: Arhiepiscopul Averchie Taușev, Nevoința pentru virtute. Asceza într-o societate modernă secularizată, traducere de Lucian Filip, Editura Doxologia, Iași, 2016, pp. 131-132)