San Ambrosio de Óptina nos habla del sentido de las enfermedades incurables
Lo que no es posible para los hombres, es posible para Dios, Quien da la muerte y también resucita, Quien quita, pero también da.
Lo que no es posible para los hombres, es posible para Dios, Quien da la muerte y también resucita, Quien quita, pero también da. En los enfermos graves e incurables se cumplen las palabras del divino profeta David, quien dice: “El Señor me ha castigado duramente pero no ha permitido que muera” (Salmos 117, 18). Puede que por su obediencia incondicional se le permitió que viviera, porque, si no hubiera obedecido, seguramente habría muerto sin poder hacer nada. Porque la muerte lo esperaba en algún sitio. Pero, es evidente que aún no había llegado el momento dispuesto por el Señor para ello. ¡La obediencia, hermano, es una cosa muy grande!
(Traducido de: Sfântul Ambrozie de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 52)