Palabras de espiritualidad

San Andrés, el “Apóstol de los lobos” y patrón de los rumanos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Llamado también “Protocletos”, el Santo Apóstol Andrés fue el primero en responder al llamado de Cristo a la difusión del Evangelio.

Llamado también “Protocletos”, el Santo Apóstol Andrés fue el primero en responder al llamado de Cristo a la difusión del Evangelio. Nació en la localidad de Betsaida, en las cercanías del Lago de Genesaret, al norte de Israel. De acuerdo a lo que aparece en las Sagradas Escrituras, Andrés era hermano de Simón Pedro, ambos dedicándose a la pesca junto con su padre.

Al lado de los demás apóstoles, siguió y acompañó al Señor por los caminos de la Tierra Santa. Fue testigo de muchos milagros que Cristo realizó en Su paso por este mundo. Igualmente, estuvo presente durante Pasión del Señor, llorando sin consuelo al ver morir a nuestro Salvador. Sin embargo, su fe permaneció siempre inamovible, y nuestro Señor se le apareció, como a los demás apóstoles, el día de la Resurreccion. Después del Pentecostés, los apóstoles decidieron salir a predicar el Evangelio a distintos y lejanos lugares. Así, el Santo Apóstol Andrés partió a evangelizar en Escitia y el Asia Menor.

El Santo Apóstol Andrés fue martirizado en Patras, Grecia. No conocemos con exactitud el año de su muerte, aunque se supone que habría acontecido durante una de las persecuciones de Nerón (54-68) o Diocleciano (81-96). Fue crucificado en una cruz con forma de “X”, conocida actualmente como la “Cruz de San Andrés”.

Según el Sinaxario, el día 3 de marzo de 357, las venerables reliquias de San Andrés fueron llevadas de Patras a Constantinopla, por San Artemio, obedeciendo el mandato del emperador Constancio, hijo de Constantino el Grande, siendo colocadas al lado de las de San Lucas el Evangelista y con las de San Timoteo, en la iglesia de los Santos Apóstoles.

El Apóstol de los lobos

Si los documentos históricos son muy pobres al describir su paso por estas regiones, la tradición conserva vivo el recuerdo de la presencia del Santo Apóstol Andrés en territorio rumano de distintas maneras, como villancicos, leyendas y otras costumbres populares. Por ejemplo, de acuerdo a la tradición, San Andrés fue llamado también “el Apóstol de los Lobos”, por haber evangelizado a los geto-dacios, que utilizaban al lobo como símbolo y estandarte; ellos mismos se hacían llamar “lobos” (de ahí la raíz etimológica de la palabra “dacio”). La tradición también dice que un lobo que estuvo al lado de los dacios cuando la caída de la ciudad-fortaleza de Sarmizegetusa, durante el asedio de los romanos, habría sido el mismo que ayudó al Santo Apóstol Andrés a encontrar un refugio, conduciéndolo a una cueva en la región de Dobrogea.

Esa caverna, en la cual se dice que el Santo Apóstol Andrés vivió todo el tiempo que estuvo divulgando el Evangelio en territorio rumano, se halla a cuatro kilómetros de distancia de la localidad de Ion Corvin, en el distrito de Constanţa. En 1944, dicha cueva fue transformada en iglesia, por disposición del obispo de Tomis de entonces, Cesáreo Păunescu.

Padre espiritual de los rumanos

Las venerables reliquias del Santo Apóstol Andrés, Patrón de Rumanía, fueron traídas por primera vez a nuestro país en 1996, con ocasión de la fiesta de la Santa y Piadosa Parascheva, en Iași, y también el 24 de octubre de 2011, para la fiesta de San Demetrio el Nuevo, Patrón de Bucarest

En 1995, el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rumana decidió que el día 30 de noviembre fuera fijado en el calendario eclesiástico con una cruz roja (específica de las fiestas grandes de los santos). En 1997, San Andrés fue proclamado Patrón de Rumanía. Cuatro años más tarde, el día del Santo Apóstol Andrés devino en festividad religiosa nacional, de acuerdo a lo dispuesto en la Resolución del Santo Sínodo de fecha 14 de noviembre de 2001.

En el año 2018 fue celebrada por primera vez la fiesta patronal de la Catedral Nacional, dedicada al Santo Apóstol Andrés. Esta es, sin embargo, la segunda fiesta patronal de la catedral, porque la primera y principal es la de la Ascensión del Señor.