Palabras de espiritualidad

Se avanza paso a paso en la oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¿Hemos alcanzado alguna vez una oración llena de fervor, mientras todo lo demás parecía haber desaparecido de la esfera de nuestra atención, quedando solamente el Señor y el clamor de nuestro corazón hacia Él? Si nuestra respuesta es positiva, debemos saber que este es el incesante estado de aquellos que se mantienen en presencia del Señor.

Solo Dios puede vencer todas nuestras debilidades; sin embargo, no es posible recibir Su fuerza si no es por medio de la oración. Ella es la fuente de todas las realizaciones, cualesquiera que estas sean. También es por medio suyo que pedimos y alcanzamos la presencia ante el Señor.

Y esto es un asunto muy sencillo. Todo consiste en presentarte juiciosamente ante Dios como ante un Soberano, con un fervoroso temor, sin apartar de Él los ojos de tu mente. La condición para esto es conservar puro el pensamiento estando en Su presencia o en la de los demás. Hay que saber organizar el ritmo de nuestra vida en el mundo, sin diversiones. Además, es necesario asistir a la iglesia de Dios, leer los textos de los Santos Padres sobre el discernimiento y la lucidez, evitar consentir el cuerpo y esforzarnos en la medida de nuestras posibilidades, por amor a Él. Pero, ante todo, debemos pedirle al Señor que nos conceda este poder. Con el hábito de presentarnos ante el Señor empezará la purificación de nuestro corazón, nuestros sentidos, nuestros anhelos y nuestros pensamientos, porque lo que ahí ha reinado hasta hoy es una gran confusión... ¿Hemos alcanzado alguna vez una oración llena de fervor, mientras todo lo demás parecía haber desaparecido de la esfera de nuestra atención, quedando solamente el Señor y el clamor de nuestro corazón hacia Él? Si nuestra respuesta es positiva, debemos saber que este es el incesante estado de aquellos que se mantienen en presencia del Señor.

Poco a poco, peldaño a peldaño, vamos llegando a la “orilla”... Pero estos peldaños nunca se terminan. Y llegan aquellos que perseveran en su crecimiento espiritual. Luego, lo único que necesitamos es dedicarnos con esmero. ¡Esforcémonos, no renunciemos! ¿Qué sentido tiene distraernos con cualquier clase de nimiedades? ¿Qué provecho tiene construir con una mano, para después destruir con la otra? Es el mismo afán, pero sin frutos. ¡No dejemos de pedirle al Señor que nos conceda la sabiduría que necesitamos!

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Învățături și scrisori despre viața creștină, Editura Sophia, București, 2012, pp. 12-13)