Sé humilde y ten un pensamiento justo
Sé humilde y ten un pensamiento justo. Si los demás te deben algo, ofréceselo a Dios. Porque todo le pertenece a Él, porque todo lo hizo. no te soprendas si algunos no saben o no entienden lo que es de Dios.
La imagen de la humildad la mostró en sí mismo el Señor, porque, “Se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de Cruz” (Filipenses 2, 8). De la humildad nacen la obediencia y la sumisión, mientras que del orgullo nacen sólo el reproche y la desobediencia. Siendo humilde te unes a Dios; siendo orgulloso te alejas de Él. No tienes, hombre, de qué vanagloriarte, porque nada es tuyo, nada te pertenece. ¿Existías antes de nacer? No. ¿Acaso sabes cuándo te concibió tu madre en su vientre? ¿O es que tú ideaste cómo y cuándo nacer? ¿Sabes, acaso, cómo fue que, creciendo, adquiriste tu aspecto actual? ¿Sabes, acaso, cuál será tu final? Si no lo sabes, si no conoces todo esto, ¿de qué te vanaglorias, sin sentido, con lo que no es tuyo, sino de Dios?
Sé humilde y ten un pensamiento justo. Si los demás te deben algo, ofréceselo a Dios. Porque todo le pertenece a Él: todo lo hizo Él. No te soprendas si algunos no saben o no entienden lo que es de Dios. Sin embargo, tú, sabiéndolo, no seas insensato. Atribuye todo a Quien es debido: Todo es de Dios y Él todo lo considera Suyo. Él es el comienzo de todo y tú todo debes atribuírselo a Él. Él todo lo abarca y todo lo conduce.
(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Alfabetul duhovnicesc, Editura Sophia, București, 2007, p. 76)