Sencillez y bondad… ¿es posible practicar esas dos virtudes?
Una simple simplicidad… Los Padres de la antigüedad se caracterizaban por su profunda sencillez y su inmensa bondad.
La celda del monje es muy importante; ahí debes tener todas tus ínfimas cosas…
Una simple simplicidad… Los Padres de la antigüedad se caracterizaban por su profunda sencillez y su inmensa bondad.
Una vez, cuando un monje vino a pedirle consejo, presentándose como “el monje R., con indignidad”, el padre Dionisio le respondió: “Así no. Ser monje no es ninguna indignidad. Eres monje para arrepentirte. Solamente un sacerdote o un diácono, es decir, un clérigo, puede usar esas palabras. Esos son los niveles de la dignidad. El monaquismo es la cruz que lleva a la contrición”.
Los sacerdotes “de parroquia” tendrían que oficiar, diariamente, todas las Horas, día y noche. Las presbíteras, a su vez, tendrían que ser como madres para todos los feligreses de su jurisdicción.
Hay obispos que, llenos del temor de Dios, llevan una vida de piedad, sabedores de lo que significa el rango que se les ha concedido, respetándolo con toda humildad, porque permanentemente se acuerdan de las palabras: “Me humillé y así pude salvarme”. En verdad, es difícil mantenerse en un lugar tan alto si no eres capaz de hacerte humilde. Aquellos que son conscientes de esto, sienten un gran temor de Dios y, a pesar de poseer un rango superior, son muy humildes.
(Traducido de: Starețul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 286)